Entre el 11 y el 14 de octubre se cumplieron en Medellín las instancias finales de la VII Bienal Iberoamericana de Arquitectura. En un lugar que es hoy referente mundial en tanto experiencia exitosa de “arquitectura de comunidades” -alineada en esa vocación con la mejor historia de nuestra Facultad- y en el marco de una organización perfecta, el aporte uruguayo se hizo visible en varios niveles. En la exposición montada en el área contigua a la gran sala de sesiones -donde los conferencistas tuvieron un público siempre superior a las 2000 personas-, se destacaba el Aeropuerto de Carrasco e incluía las cuatro publicaciones seleccionadas (*). Y sumado a eso, en el gran hall de acceso, grandes monitores exponían en continuidad las obras de Gualano + Gualano premiadas en la Bienal Latinoamericana de jóvenes arquitectos (Pamplona / 2009) y el proyecto “Muralla abierta” de Ulises Torrado y Marcelo Bednarik, Premio Santiago de Compostela de Cooperación Urbana (edición 2009).
Pero no fue todo, porque en el Concurso en la Red, tal vez la iniciativa que estuvo en mejor correspondencia con el lema de la Bienal -“Arquitectura para la integración ciudadana”-, el envío desde Uruguay fue el segundo en número (19 propuestas sobre 178 presentadas por 17 países), dos de las cuales formaron parte de las diez destacadas en la selección final (una de Alvaro Trillo, Jimena Abrahan, Javier Vidal, Alejandro Nebel
Vagner Galván, y otra de Juan Gonzalo Pastorino Badano y Sofía Massobrio).
Está previsto que la exposición recorra el total de los países que participaron en la Bienal, y que el Catálogo que da cuenta de lo actuado -con gran calidad gráfica-, pueda estar disponible entre nosotros.
La VII Bienal fue centro de atención de técnicos y políticos de Iberoamérica, y la experiencia que se realiza en Medellín (una “Arquitectura al servicio de la construcción ciudadana”, según les gusta decir a los responsables de su implementación), vale como ejemplo de los muy notables resultados que se pueden obtener cuando una disciplina -la arquitectura en su sentido más amplio- es parte de un plan social de equidad, asumido como bueno por una comunidad activa, responsable y consciente de sus derechos. En síntesis, la Bienal de Medellín es una referencia invalorable en tiempos de repensar nuestras propias circunstancias.
(*) Juan Pedro Margenat (“Tiempos modernos: arquitectura uruguaya afín a las vanguardias”); Aníbal Parodi Rebella (“Entre el cielo y el suelo. La casa del Arquitecto Julio Vilamajó”); Lina Sanmartin (“Patrimonio Industrial”); Patricia Roland y Benjamín Nahoum, coordinadores y compiladores respectivos del libro editado por la I.M. de Montevideo: “Una historia con 15.000 protagonistas. Las cooperativas de vivienda por ayuda mutua uruguayas”.
Información enviada por:
Arq. Nery Gonzalez