Sean los Orientales (Volumen I)

Sean los Orientales (Volumen I)

Anti-Narciso…

(En relación a lo expuesto por el Prof. Arq. Schelotto, acerca de la exhibición de la Nueva Arquitectura Uruguaya –NAU– llevada a cabo por la IAAC, y en vista de lo expuesto por algunos de los textos de la muestra misma, es que planteo los siguientes pensamientos.)

La reflexión nunca es un asunto simple, aún en la metáfora de Narciso. Declarando una obviedad, un espejo generalmente se usa para ver como somos. Sin embargo, pequeño salto intuitivo mediante, sostengo que el espejo puede ayudarnos a ver quienes somos y cómo queremos ser.
Es sólo cuestión de compromiso personal con el cambio y un sentido de responsabilidad hacia el futuro.

El corte sincrónico de la exhibición de la NAU sirve para ver cómo somos. Mi mayor reserva con la NAU no es culpa de la misma, sino en realidad culpa de nuestro medio profesional y académico: la pérdida de una oportunidad única, un momento crucial; la ausencia de pautas, de dirección y sentido hacia el cambio y hacia el futuro.

No debemos depender de “los centros de la cultura hegemónica” para estas pautas. En el futuro, las pautas, para todos, las podemos marcar nosotros.

Sólo se requiere de valentía… e ilustración.

Revolución…

No estoy seguro cuantas veces he escuchado que nuestra arquitectura no tiene foros de debate. Y es verdad.

¿Publicaciones? Si, pero tienden hacia el monólogo, por las limitaciones mismas del medio.

¿Cursos, Talleres? Si, pero cargan con el peso de un objetivo académico práctico (enseñar X cosa, que la gente se vaya creyendo que aprendieron algo, recorriendo una suerte de camino lineal que no admite circuitos abiertos), falta de tiempo y la ocasional ausencia de interés de uno de los interlocutores (les dejo a ustedes decidir cual, según sea el caso).

¿Seminarios y Concursos? Ahí puede que esté más de acuerdo. Sin embargo, los resultados que se logran pocas veces logran un foro de divulgación y debate que les sea digno… ¡cuán irónico y circular puede ser nuestro mundillo!

¿Opinión Pública y Política? Por favor…

¿Será el Internet lo que “salve” a nuestra Cultura Arquitectónica? Hmm… Quién sabe. Pero…

Si hacemos algunas cosas bien, y no nos dejamos estar, puede que de forma indirecta no sólo lo salve, sino que la encienda, que la revolucione. ¿Cuanta revolución? Revolución hasta el punto de liberar a la profesión de las ataduras del ciclo de booms y desplomes de la industria local. Revolución hasta el punto de hacer del diseño una opción laboral viable para todos los arquitectos que deseen cometerse a ella. Revolución hasta el punto de aprovechar nuestra ventaja comparativa más allá de lo regional, y no solo decir presente en la escena global, sino ser quienes marcan la pauta en ella. Revolución hasta el punto de cambiar totalmente el futuro de nuestra profesión. El futuro es desconocido para todos nosotros, y es desatinado y demente pensar que nosotros no lo podemos cambiar.

De donde lo miro yo, hay 5 cosas tienen que hacerse:

  1. Elaboración y fomento de una conciencia crítica, individual y conjunta.
  2. Mayor integración trans-disciplinar.
  3. Creación de un nuevo Instituto dentro de la Facultad de Arquitectura dedicado al vaticinio.
  4. Nuevos mecanismos de apoyo para la actividad profesional emergente.
  5. Transformación en el manejo y desempeño de los gremios y asociaciones profesionales y sectoriales del medio local.

Los tres primeros son de neto corte académico, los otros dos gravitan entre la esfera pública y privada. Por simplicidad expositiva, hoy me detendré sólo en el primer punto.

Presten atención.

!?…

No se que carajo estoy haciendo aquí. Se da el caso que simultáneamente se exactamente que estoy haciendo aquí, pero no se que carajo estoy haciendo aquí.

¿Ya se están riendo? ¿O, inteligentes como son, presienten de donde viene este delirio? La aparente contradicción es tal solamente si el texto es leído superficialmente, si uno no articula de forma disciplinada y consciente nuestro “ilustre e ilustrado” legado cultural, nuestros conocimientos del idioma (a pesar de las palabras soeces condimentando el camino), y un poco de lógica. Yo se que estoy escribiendo, eso lo se exactamente; pero desconozco cuales serán las consecuencias últimas de este texto y esta idea, por lo tanto no se que carajo estoy haciendo.

Pasado este momento de “Maestro Girafales”, nótese que la moraleja es esta: en el “Mercado de las Ideas” (que no solamente engloba lo académico, sino también, cada vez más, el accionar público y el privado, aunque sea meramente como excusa), el éxito de las ideas dependen no sólo de la originalidad, o su bendita “novedad”, sino más que nada por la correcta y completa generación de una estructura de palabras y conceptos, de una presentación, articulación y cristalización que el expositor usa para envolver al lector / interlocutor en su mundo.

Y aquí es quizás donde se dé la mayor diferencia entre lo magno, sean Le Corbusier, Koolhaas, o el que prefieran, con lo cotidiano, sea el estudiante, o hasta el profesional me atrevería a decir: la falta de esa cualidad a-estética, ese “Palacio de la Memoria” que es una vertebración conceptual integra.

Coincidiendo con parte de lo subrayado en “La Buena Educación”, es demasiado tedio el pensar que una “Memoria Descriptiva” refleje más que un simple requisito de entrega, que sea más que mero resumen, nunca poniendo a la “Idea” por delante de la “Original Creación”. No me malinterpreten, no estoy sermoneando: admito que alguna que otra vez en el pasado he caído en esta misma trampa, pero por lo menos tengo la decencia de reconocer que ayudé a perpetuar un modo de accionar estéril, sin futuro más allá de los papelitos de colores. Si, ya sé, por lo menos son lindos y originalespapelitos de colores…

La Mala Educación (como contradecir a dos Decanos y a quién sabe a cuantos más)…

Si, estoy de acuerdo con el Arq. Schelotto, la exposición de la NAU puede leerse como muda. Pero, no es por su falta de voz, sino por nuestra falta de oídos. Y si, estoy de acuerdo con el Arq. Scheps, la arquitectura local carece de muchos registros escritos y es “silenciosa”. Pero no es por su falta de letras, sino por nuestra falta de ojos.

No hay mayor ciego que el que no quiere ver. Todos somos parte de un sistema que forma a base de la composición formal y (dios quiera!) funcional, dejando la conceptualización más altiva relegada al universo de las memorias escritas (a último momento), filosofía (usada como relleno para las memorias antedichas) y los partidos de Pictionary (me gusta ganar, y la forma más rápida y eficaz es hacer que el contrincante intente dibujar citas y pasajes de Deleuze o Spinoza).

Ahora, casi a la salida, me puedo dar el lujo de decir que el planteo que presentan nuestros planes de estudio no son conducentes hacia la conceptualización abstracta, y mucho menos la autocrítica de esta falla. Lo que es mas desafortunado aún, estoy seguro que todos somos más adeptos a ser consumidores de cultura que generadores de ella, y tengo miedo que no es culpa de nuestro medio, sino de nuestra formación. Consecuentemente, las falencias del medio profesional / productivo en estos respectos (su anemia cultural y total falta de voz discernible en cualquier foro ni debate de ultramar) es, en mi opinión, consecuencia de la formación, y no al revés.

Y no es culpa de los docentes, de ninguna de las cátedras. Sino es, a mi entender, culpa de algo más simple y tratable, que es la débil integración horizontal de las materias. Por ejemplo, una idea que una vez comentó el Arq. Pedro Livni me pareció genial: el cariz práctico de los cursos de Historia y de Teoría debería ser integrada en los cursos de anteproyecto, y no en monografías y cartones que los alumnos ven como chotos ejercicios de recorta y pega (esta última valoración es mía, y no del Arq. Livni). Es una carga adicional quizás para los Talleres, pero lamentablemente son el foro idóneo para practicar la síntesis de conceptos y simular la futura actividad profesional.

¿100?…No… ¿110?…No… ¡140!  = El Método Twitter…

Ya sé que lo que pido es difícil de realizar, y aún más complicado de sostener en el tiempo. Sin embargo, ofrezco otra salida posible. Quizás un tanto indirecto, pero confíen en mi, llega al mismo resultado al final.

Se debería investigar la implementación del concepto de “Elevator Pitch” en los ejercicios de Taller. No digo de cortar la exposición de los trabajos a meros renglones de texto, pero si exigir que se resuma la idea fuerza, la generatriz conceptual, o simplemente un lema que se tuvo en cuenta a priori, y encapsularlo en un formato estándar, conocido por todos, que es el SMS o el “Tweet”: un texto, 140 caracteres.

Esto puede sonar un poco extraño e hipócrita a quienes me conocen, y a quienes lean este texto, pero por ejemplo, el meollo de la presente exposición es:

“Fomentar una conciencia crítica hace un bien inconmensurable a nosotros mismos y a la profesión toda. Se logra con disciplina y síntesis.”

Quizás consideren más valioso esta sugerencia, y así les sea más cómodo implementarla, si ven / recuerdan otros ejemplos más celebres de lo mismo, para que noten que yo no inventé nada realmente:

Menos es más”

“La vivienda es una máquina de habitar”

“La arquitectura es la tóxica mezcla de omnipotencia e impotencia”

“El ornamento es delito”

“Sean los Orientales tan ilustrados como valientes”

Y es aquí donde el internet puede auxiliar en nuestra salvación: publicados los tweets, descontextualizados quizás, pueden resultar mas un diálogo que un monólogo: Por algún lado hay que comenzar, ¿y que mejor que persuadir el surgimiento del auto-análisis y auto-crítica a través de meros 140 caracteres?

También, de una forma poética y tangencial trato aquí la controversia sobre la cantidad de obras que se decidieron exhibir en la NAU. Es verdad que hay ausencias notorias y notables, y decir que sólo 100 obras representan lo que sucede hoy es una decisión arbitraria, aunque lamentablemente necesaria. Sin embargo, yo pondría más énfasis en la tristeza de que con el cúmulo de nuestra cultura arquitectónica sólo se tengan 6 textos para representarla, sea esto por decisión curatorial (en cuyo caso debería darle gracias a dios que por lo menos pusieron 6!) ó por la anorexia ideológica de nuestro medio (en cuyo caso deberíamos entristecernos todos).

Tan Ilustrados…

Lo más importante que puedo decir hoy no es una certeza, sino simplemente conduce hacia una interrogante. Recuerden una cosa: el arte y la industria humana no avanzan debido a certezas, sino a causa de interrogantes no resueltas. ¿Textos de 140 caracteres podrán servir de vehículo para el brotar de una conciencia crítica? No sé, creo que si. ¿La mera propuesta es racionalmente superior o intelectual y moralmente superficial? Yo creo que todo a la vez (lo cual lo haría salvajemente contemporáneo), pero no sé. ¿Será posible que buena parte de nuestra formación conceptual hoy sea a base de la internalización de slogans, y el utilizar “El Método Twitter” sea solamente una explicitación catártica de ello? Hmm… Preocupante, ¿no les parece?

Lo que si sé, es que hay muchas interrogantes y planteos que no se hacen. ¿Será por qué estamos más ocupados en vernos como somos y menos en como queremos ser? Tal vez, no sé.

Merece debate, valentía, y no poca inconformidad de nuestra parte para asegurar que en el porvenir sean los Orientales quienes lleven la voz cantante.

Nicholas Sibille