Homenaje a la memoria del arquitecto Oscar Niemeyer

Palabras de la Senadora Lucía Topolansky en la Cámara de Senadores

Se difunden las palabras de la Senadora Lucía Topolansky, en la sesión del 11 de diciembre de 2012 de la Cámara de Senadores, en el contexto del homenaje a la memoria del arquitecto Oscar Niemeyer.

La Cámara de Senadores envió las palabras pronunciadas por la Senadora, según su resolución, a la Facultad de Arquitectura, la Sociedad de Arquitectos del Uruguay, y la Embajada de Brasil.

Lea aquí la versión taquigráfica:

 

SEÑOR PRESIDENTE.- Continuando con la Media Hora Previa, tiene la palabra la señora Senadora Topolansky.

SEÑORA TOPOLANSKY.- En la sesión de hoy quisiéramos hablar del fallecimiento del arquitecto Oscar Niemeyer, un gran latinoamericano, un gran brasileño y alguien que le aportó mucho a la cultura y a la arquitectura en el mundo.

Podríamos hablar de la construcción de Brasilia, de esa utopía que él decía era un sueño un poco agotador, que había que terminar en cuatro años y que nadie podía imaginar. Niemeyer nos decía: “En esa época, el país entero estaba lleno de optimismo, estábamos haciendo algo que nadie más estaba haciendo. La ciudad iba a ser nuestra utopía. No iba a haber tugurios como en otras metrópolis, al fin íbamos a tener igualdad. Los ricos vivirían junto a los pobres, los ministros junto a los obreros. Cuando la ciudad empezó con los negocios, eso pronto demostró ser falso, una ilusión. Los magnates del dinero quedaron en la cima, como siempre”.

Podríamos hablar de su magnífica obra, que no solo se desarrolló en Brasil, sino en varios países del mundo; podríamos hablar de su relación con los estudiantes, de quienes decía: “Le digo a los estudiantes que me visitan, lo que importa no es tu rango, necesitas conocer el mundo y tu país. La arquitectura no es nada si no tiene nada que ver con este país, su belleza y todos los problemas”. Sin embargo, lo queremos recordar en el fin de sus días, a través de un reportaje que le hizo Rauterberg.

A los 104 años Niemeyer dijo que la vida, los amigos y la familia eran más importantes que la arquitectura, y se dedicó a la vida como entendió que debía hacer.

Su mirada estuvo atada a la realidad, y le dio una perspectiva desde la cual ver la arquitectura y no a la inversa;  ese modo de encarar su profesión, hoy es una cuestión sobre la que deberíamos reflexionar los profesionales todos, los de la academia formal y los que provenimos de la otra academia, la que forma profesionales para lo cotidiano, porque ambas deben sostenerse mutuamente para hallar la medida de lo humano.

Decía Niemeyer que antes de anotarse en Arquitectura se afilió al Partido Comunista de Brasil. Este acto nos muestra la solidez y consecuencia de su pensamiento. Nos dice que al provenir de un ambiente protegido, se aterró cuando descubrió el mundo, y su primer paso no fue hacia la adquisición de una herramienta de formación profesional, sino hacia una herramienta política.

El reportaje que le hiciera Rauterberg se cierra con la respuesta a la pregunta: “¿Sigue habiendo algo que usted quiera de la vida?” Y este hombre de 104 años contesta: “Me gustaría dejar de hablar de arquitectura. Me gustaría hablar de literatura, mujeres y ciencia. Si me otorgaran un deseo, entonces que todos sean igualmente prósperos, por favor. Que todos sean felices. En el presente, el mundo me parece terriblemente rígido. Hay insatisfacción en todas partes, mucha gente no cree en el futuro, el dinero reina. Incluso por ese solo motivo, la arquitectura no puede ser la respuesta. La arquitectura no es importante, el mundo es importante, y tenemos que cambiarlo. Es un mundo de mierda”.

Entre su primer acto, fundado en la visión de un mundo al que por su origen solo recién accedía, hasta la última respuesta dada en ese reportaje, Niemeyer  ha dado un fuerte ejemplo de pasión y a la vez de serenidad para ubicarse en el espacio y en el tiempo que le tocó vivir.

Cuando el periodista “afila” la pregunta buscando ir más allá, poniendo sobre la mesa la posible contradicción entre su obra y su pensamiento político, contesta que la cuestión social no puede resolverse dentro del sistema capitalista y agrega: “Puedo construir algo que todos pueden disfrutar, sin importar que sean ricos o no. Es cierto, no es demasiado. Pero nunca declaré otra cosa”.

Niemeyer ha muerto, pero queremos rescatar hoy no solo lo que dejó en edificios,  paisajes, esculturas,  estructuras,  estilo y belleza -para admiración de los ojos de quienes vendrán después de él- sino su pensamiento como ser humano, comprometido con un mundo que ansiaba cambiar.

Solicito, señor Presidente, que la versión taquigráfica de mis palabras sea enviada a la Sociedad de Arquitectos del Uruguay, a la Facultad de Arquitectura y a la Embajada de Brasil.

Muchas gracias.

SEÑOR PRESIDENTE.- Se va a votar el trámite solicitado.

(Se vota:)

-19 en 20. Afirmativa.